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hd1p #022 – Tolerancia al dolor

Vamos a conocernos

­El tema de la delegación es un mundo. Da para un par de libros.

Al final es un modelo para la gestión de personas que no puede ser utilizado con cualquier empleado. Imagino que ya lo has comprobado.

Para poder delegar la persona tiene que tener ya unos conocimientos (y con frecuencia una madurez), que acompañe el tipo de tarea que se delega. Y más que “tarea”, la palabra correcta es “responsabilidad” (lo contrario es simplemente asignación de tareas, ¿no crees?).

Yo reconozco que el proceso de delegar me encanta (a día de hoy). Aprendí “a la fuerza”, cuando hace años me pusieron a cargo de un equipo con 500 personas. Pues no me quedó mucha opción. O delegas, o delegas. Así que mejor aprender a llevarlo con alegría.

Y aprovecho para compartir que de los mejores momentos suceden cuando le comunicas a un empleado que a partir de ahora es responsable de un área de la empresa.

Empleados motivados y con ganas de aportar. Entonces, ese momento es una combinación entre cierto miedo (¿podré hacerlo?) y emoción (confían en mí).

Muy guay.

Me estoy enrollando. Vamos ya al tema del dolor…

Hace un par de meses hablaba con un antiguo jefe mío. Un hombre que delegaba todo y más. Y a mí me encantaba. Me dejaba “navegar” por la empresa (empresa de 8.000 personas) y de vez en cuando, me daba un toquecito para ponerme en la senda correcta.

Y hablamos de un concepto interesante. ¿A partir de qué punto “te metes”? Y es que delegamos ciertas responsabilidades que posiblemente hagamos mejor que la persona que se va a encargar de ello. O seamos capaces de decidir mejor.

No por nada, sino porque lo hemos estado haciendo un tiempo, tenemos más experiencia, o en ese área se nos daba especialmente bien.

Y por ser claro, con “meterse” me refiero a cambiar o corregir la dirección que lleva un tema; o a cambiar una decisión que había sido tomada por una persona de tu equipo.

Y lo de “meterse” o “no meterse” tiene sus ventajas e inconvenientes. Y hay que encontrar el equilibrio para decidir dónde entrar.

Él me decía que se “metía” en el momento en el que el error podía costar más de 50.000€ a la empresa. Pero claro, él es Presidente de una empresa que factura $650m.

Yo lo pensaba y creo que mi tolerancia al “dolor” (saber que la empresa puede estar perdiendo dinero “duele”; pero hay un aprendizaje importante para el empleado), está en el rango de los 1.000-2.000€. Hasta ese punto, respiro hondo y dejamos que el agua siga su curso…;p;p.

Al cabo del año puede que acabes pagando un par de MBAs con este tema, pero es que no hay nada como aprender de los errores. Y equivocaciones de hoy de 1.000€ pueden ser aciertos de mañana de 10.000€.

¿Y tú? ¿Qué tolerancia al dolor tienes?

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